Santa Julia Innovación

Hace pocos días fue el turno de probar la línea “experimental” Santa Julia INNOVACIÓN, de la mano de su enólogo, Sebastian Fernandez, quien viajó especialmente a Buenos Aires para varias presentaciones con prensa y consumidores.

Para quienes no se encuentren tan familiarizados con las etiquetas que forman parte de la línea, paso a informarles de que va la mano.

Trabajando en sus fincas propias con muy pequeñas cantidades de cepas no tradicionales, la bodega busca desarrollar con mucho trabajo de investigación el concepto INNOVACIÓN, el cual se basa en respetar las cualidades y características que las cepas desarrollan en los países donde se producen a mayor escala, sin buscar imitaciones y marcando las diferentes expresiones de una misma cepa en diferentes partes del mundo. 

El área INNOVACIÓN contempla unas 35 cepas distintas, las cuales tienen entre media y una hectárea de desarrollo cada una, siempre ubicadas en las fincas de Santa Rosa. Son viñedos con un promedio de 15 años de edad.

La línea presenta variaciones año a año, y eso la hace aún mas interesante, aunque también igual de escasa. Cada año se va monitoreando el desarrollo y calidad de cada cepa, realizando una primera selección en el viñedo sobre todas las variedades (no se vinifican las 35 variedades cada año), para luego llevar adelante una segunda selección entre las cepas que fueron vinificadas. Son las mejores expresiones de cada año las que luego salen a la luz.

Es Sebastian Fernandez el enólogo a cargo del desarrollo de la linea, con 5 años de experiencia en la bodega, y 3 dedicados al trabajo de INNOVACIÓN. Sebastian además divide sus tareas en la producción de todos los tintos de Santa Julia, los blancos de la línea Alambrado y los destacados Malamado y Solería.

Cada varietal suele tener una producción final que ronda los 3000 litros (unas 2600 botellas) vinificadas en tanques de acero inoxidable pequeños, todos ubicados en una sala particular para el proyecto, que Santa Julia tiene en su bodega en Maipú. Los valores de las cosechas y varietales actuales en mercado se ubican en la franja de los $180 – $200 Pesos.

Degustamos 5 vinos de Santa Julia Innovación, 1 blanco y 4 tintos. El blanco (Falanghina) y uno de los tintos (Agliánico) fueron muestras de tanque de la cosecha 2018 que Sebastian trajo especialmente. Los otros 3 tintos corresponden a cosechas 2017 que salieron al mercado (Carmenere, Arinarnoa y Marselan).

Falanghina 2018: 

Variedad originaria de la zona de Campaña (Italia). En la muestra de tanque degustada se destacan mucho los aromas cítricos, un nivel de acidez elevado pero no por eso molesto. El vino por supuesto todavía algo turbio debido a no estar filtrado, pero muy disfrutable. Fue el que mas me gustó de los cinco vinos degustados.

Carmenere 2017: 

La cepa menos innovadora de la línea se presentó con un color brillante, suave en boca (tal vez algo mas de lo que esperaba) de paso muy amable y con buena presencia tánica.

Agliánico 2018: 

Cepa de origen griego, aunque se produce mucho en el sur de Italia. Color rojo bien brillante, buena fruta, fresco y peligrosamente bebible, de esos vinos que si se les baja un poco mas la temperatura, lográs que el contenido desaparezca casi por arte de magia.

Arinarnoa 2017: 

Cepa originada por la cruza genética de una de las cepas mas elegantes (Merlot) y una de las mas potentes (Petit Verdot). El resultado es un vino con lograda potencia y marcada persistencia en boca. El mas “gordito” de los tintos degustados.

Marselan 2017: 

Cruza genética de Cabernet Sauvignon y la muy de moda Garnacha, tiene un resumen balanceado entre la presencia habitual del Cabernet y la jugosidad de la Garnacha, tal vez el mas interesante de los tintos como producto final, aunque creo que lo sumamente bebible del Agliánico lo relega levemente.

A mi parecer la línea le suma interés y le da el toque de frescura que una marca super instalada en el mercado como Santa Julia siempre necesita, para no quedarse en la cómoda ni dormirse en los laureles.

Claramente Santa Julia Innovación no es parte del gran volumen de negocio de la bodega, pero es donde se permiten investigar, jugar, e inclusive sirve como punto de partida para trabajar cepas que luego pueden ser vinificadas en mayores cantidades, siendo ya parte de otra linea de vinos de la bodega.

Con valores muy competitivos para la realidad actual de la góndola, y con el plus de dar a conocer variedades no tradicionales, la marca tiene lo necesario para captar tanto al público menos técnico que busca salir de las etiquetas tradicionales o la selección “marquera”, como así también al enófilo que si bien ya probó mucho vino, todavía no le dedicó atención a cepas no tan comerciales en nuestro país.

Gran mesa en uno de mis lugares favoritos para comer, como lo es 30 Sillas, la destacada gastronomía de Ezequiel Gallardo se lució como habitualmente lo hace, y acompañó muy bien en cada paso a cada uno de los vinos.

Agradezco a Nancy Johnson, Brand Ambassador de la bodega por su invitación, y a Ana Amitrano por su presencia dedicando parte de su tiempo a la prensa.

Salú!

Diego Pernas – @ARGysusVinos.

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